El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que nombrará Secretario de Salud y Servicios Humanos a Robert Kennedy Jr., sobrino del expresidente John F. Kennedy y veterano teórico de la conspiración.
"Durante demasiado tiempo, los estadounidenses han sido aplastados por el complejo alimentario industrial y las compañías farmacéuticas que se han dedicado al engaño, la información errónea y la desinformación en lo referente a la salud pública", escribió Trump en un comunicado en su red Truth Social en el que anuncia el nombramiento.
Trump le había prometido a Kennedy un "papel importante" después de poner fin a su propia candidatura para apoyar al republicano en agosto. El electo había insinuado funciones muy variadas para RFK, entre ellas permitirle al escéptico de las vacunas "volverse loco por la salud".
Bob Kennedy Jr, de 70 años, no logró ser incluido en las elecciones ni siquiera en la mitad de los 50 estados de Estados Unidos y su candidatura independiente incluyó una serie de giros extraños, entre ellos su afirmación de que sufría un gusano cerebral parásito y una historia sobre haber abandonado un cachorro de oso muerto en Central Park.
En un acto de campaña de Trump, Kennedy le dijo a la multitud que lo vitoreaba que quería trabajar con el republicano si ganaba la presidencia para eliminar "los químicos de nuestros alimentos". Trump, por su parte, elogió a Kennedy y dijo que "lucharían juntos para derrotar al establishment político corrupto y devolver el control de este país al pueblo".
El tío de Robert, el presidente John F. Kennedy, fue asesinado en Dallas en 1963 y el crimen sigue fascinando a gran parte del país y sigue siendo objeto de innumerables teorías conspirativas. Su padre, el senador Bob Kennedy, también fue asesinado cinco años más tarde.
Robert Kennedy Jr. se volvió reconocido por difundir teorías conspirativas y desinformación sobre las vacunas contra el Covid-19.
También es el presidente de Children's Health Defense, una organización de defensa que asegura que las vacunas aumentan los casos de trastorno del espectro autista en niños, aunque no existe evidencia científica que lo demuestre.